El Cristo del Corcovado: El divino guardia de Río de Janeiro Parte 1

La fe mueve montañas, reza el dicho. Es esa misma fe la que ha movido, a través de su historia, a la humanidad en su conjunto a llevar a cabo obras que quizás, de no estar ésta de por medio, jamás se hubieran logrado.

Los edificios dedicados a fines religiosos no sólo sirven a propósitos ceremoniales; muchas veces son sus mismas dimensiones y la belleza que parece faltarles sólo en contadísimas ocasiones las que atraen las miradas de propios y extraños, fundiéndose en el paisaje de las ciudades donde fueron erigidos, volviéndose parte consustancial del paisaje al punto de que la ciudad no puede ser separada de él y se convierte hasta en su símbolo, en la imagen con la que de primera instancia se le identifica.

La ciudad de Río de Janeiro, en Brasil, es famosa por sus playas, su carnaval y la monumental estatua del Cristo Redentor sita en el cerro de Corcovado. Casi podría decirse que, si se habla de Río, se habla del Cristo del Corcovado. La monumental imagen se puede ver desde antes de llegar a la ciudad, por aire; y una vez en la ciudad, de día o de noche, su presencia es prácticamente ineludible: a la luz del día, pareciera querer abarcar a la ciudad con sus brazos que se extienden apuntando uno, hacia la parte norte de la ciudad y el otro hacia la parte sur; de noche, se ilumina para que tanto los habitantes de la ciudad como los visitantes no olviden que está ahí, en la cima del cerro, en actitud de proteger a la ciudad.

En un país en el que el catolicismo echó hondas raíces desde hace casi quinientos años, no es de sorprender que uno de los monumentos más representativos del mismo sea, justamente, una colosal estatua de Cristo; la construcción de la misma se convirtió con el tiempo en una realidad. El 12 de octubre de 1921 se consideró la construcción de un monumento para conmemorar el centenario de la independencia de Brasil.

A este fin se sugirieron varios modelos: una cruz y variaciones de la figura de Cristo hasta que por fin se eligió la figura del Redentor con los brazos abiertos, por considerarse como la más apropiada debido a su magnitud. Después, hubo de considerarse cuál sería la situación de la estatua: brevemente se consideró colocarla sobre el montículo conocido como el Pan de Azúcar, que surge de las aguas del mar, pero esto se desechó, favoreciendo la idea original que era colocarla en la cima del Corcovado.

El ingeniero brasileño Heitor da Silva Costa diseñó la estatua, que fue esculpida en estilo Art-Deco por Jean Paul Landowski, quien ya gozaba de renombre gracias a sus obras, entre las que se contaban, hasta ese momento, la estatua de David que le hizo acreedor al Premio de Roma de 1900 y el conjunto escultórico que se encuentra en el Muro de la Reforma de la Universidad de Ginebra, donde se ven representados los máximos exponentes de la Reforma Protestante, entre los que destaca la figura de John Calvin, fundador de la antedicha universidad. El francés Albert Caquot, reconocido ingeniero por su trabajo con el concreto reforzado, la geotécnica y diseño de cimentaciones, y sus aportaciones a las ingenierías estructural y aeronáutica, diseñó la estructura interna del Cristo; para este fin, decidió que era mejor emplear el concreto reforzado que el acero, mientras que el material elegido para el exterior fue la esteatita; si bien no es un mineral de una dureza que pudiera llamarse excepcional, su maleabilidad y resistencia a condiciones climáticas extremosas lo hicieron la mejor opción tomado en cuenta las condiciones de Río de Janeiro.