MIES: EL DISEÑO DE LA MODERNIDAD

El 27 de marzo de 2012, el omnipresente motor de búsquedas Google decidió homenajear a Ludwig Mies van der Rohe con un doodle inspirado en una de las creaciones del legendario arquitecto alemán: el edificio S. R. Crown Hall, que alberga la escuela de arquitectura del Instituto Tecnológico de Illinois, terminado en 1956 cuando Mies —como era comúnmente conocido— fungía como director de dicha escuela.

Aunque escasos, no faltan en la cultura pop otros homenajes semejantes. Por ejemplo, el álbum De Stijl de la banda estadounidense The White Stripes —producido en el año 2000—, cuyo título y portada hacen referencia al movimiento artístico holandés del mismo nombre fundado en 1917, y que ha ejercido una gran influencia en el diseño moderno; o la canción So long, Frank Lloyd Wright, compuesta por Paul Simon en 1969, inspirada —en parte— en la obra del célebre arquitecto. Curiosamente, ambas referencias conectan directamente con la obra de Mies quien, como muchos otros arquitectos modernistas europeos de su generación, estudió con gran detenimiento la colección de cien litografías de trabajos de Wright conocida como el Portafolio Wasmuth, publicada en Alemania en 1910. Por su parte, el trabajo de De Stijl determinó el rumbo de los trabajos de Mies en el campo del diseño, como se puede ver en algunas de sus creaciones más famosas como son las sillas “Brno” y “Barcelona”.

Mies nació en 1886 en la ciudad de Aachen, dentro de lo que en aquel entonces era el reino de Prusia, y fue bautizado como Ludwig Mies, a secas. Algunos años más tarde, cuando el joven arquitecto empezó a diseñar las casas de la élite alemana, Mies “ennobleció” su nombre con un gesto que recuerda las aspiraciones de otros genios preocupados por el estatus social, como Velázquez o Defoe.

Limitado por las regulaciones que reservaban el uso de la preposición von para los hijos de familias aristócratas, el debutante echó mano del apellido de su madre —Rohe— y de la forma holandesa van der.

La formación profesional de Mies parece extrañamente “lírica” en comparación con el rigor del entrenamiento que reciben arquitectos e ingenieros civiles hoy en día, pues ésta se limitó a la experiencia adquirida entre 1908 y 1912 como aprendiz en el taller de Peter Behrens, quien en esos años también fue maestro de Walter Gropius y de Le Corbusier.

A partir de ese momento, Mies alimentaría su genio de manera autodidacta, centrando su atención en el estudio de la estética y de los trabajos de teóricos contemporáneos producidos en los campos del diseño y de la arquitectura —como sería la obra de los constructivistas rusos—, que buscaban adecuar estas disciplinas a las condiciones del siglo XX.

Después de la Primera Guerra Mundial, Mies, junto con otros talentos vanguardistas, se dio a la tarea de definir un estilo que reflejara el espíritu de la modernidad. “El adorno es un crimen”, denunció uno de sus colegas, Adolf Loos, y el eco de sus palabras se puede encontrar en el uso intensivo que hizo Mies de las líneas rectas y las formas planas, así como en el énfasis que puso en los espacios vacíos dentro y fuera de sus edificios de vidrio y acero, los materiales preferidos de la era industrial.

En la década de 1920, el nombre del arquitecto estuvo en todas partes. Colaboró con la revista de diseño G, se desempeñó como director del área de arquitectura de la asociación de artistas, arquitectos, diseñadores y empresarios Deutscher Werkbund — precursora de la Escuela Bauhaus, que también dirigiría— y ayudó a crear el colectivo de arquitectos Der Ring. Sin embargo, la Gran Depresión significó una dramática disminución en los encargos recibidos por los revolucionarios constructores y en el monto de los patrocinios para la enseñanza y la investigación. Para Mies, las cosas sólo empeoraron con el asenso del nazismo, cuyas autoridades consideraron que su estilo no reflejaba el auténtico “espíritu alemán”. Van der Rohe abandonó su país en 1937 con rumbo a los Estados Unidos, país donde realizaría los proyectos, a la vez monumentales y minimalistas, que marcarían para siempre la historia de la arquitectura moderna.

Trabajos como las torres 860–880 Lake Shore Drive, ejemplo de los primeros edificios de apartamentos con fachadas de vidrio y acero, el One IBM Plaza, para las oficinas centrales de la famosa corporación, o el propio S. R. Crown Hall, su obra maestra en opinión de muchos expertos, y que inspiró el logotipo con que Google celebró el aniversario 126º del natalicio de Ludwig Mies van der Rohe.